Múltiples opciones terapéuticas permiten un mejor abordaje de la enfermedad. Los controles periódicos son claves.
El cáncer de próstata es el tumor visceral más frecuente en el hombre y, hasta el final del siglo XX, fue la segunda causa de muerte en los hombres mayores de 50 años, luego del cáncer de pulmón. Según el Instituto Nacional del Cáncer, en Argentina se detectan más de 11.000 casos de tumores prostáticos por año.
Es fundamental que todo hombre a partir de los 50 años consulte con un urólogo. En aquellos casos donde el paciente presente un familiar directo con el antecedente de cáncer de próstata, la primera consulta deberá ser a los 45 años. El pilar de la detección temprana se basa en el cálculo individual del riesgo de padecer un cáncer de próstata. La edad, la raza, el hábito corporal, el historial personal y familiar junto con el examen físico, encuadrarán la utilización racional del antígeno prostático específico, que es una molécula circulante en sangre específica de la glándula prostática (PSA, por sus siglas en inglés). Cabe aclarar que no todas las elevaciones de PSA son originadas por cáncer , por lo que la interpretación del especialista es crucial.
Aunque el cáncer de próstata es asintomático, el paciente puede consultar por el aumento benigno del tamaño prostático (hiperplasia prostática benigna) que usualmente es muy sintomático. Producto de esta consulta se puede llegar a un diagnóstico temprano de la enfermedad.
Diagnosticar no es sinónimo de tratar
Está demostrado el beneficio de diagnosticar en forma temprana el cáncer de próstata. Sin embargo, el desafío actual está en discriminar aquellos tumores que van a presentar un riesgo para el paciente de aquellos que no. Hemos tenido muchos avances en los últimos años en este sentido. La utilización cada vez más frecuente de la resonancia magnética y marcadores moleculares tanto en el diagnóstico como en el seguimiento de estos tumores nos permite predecir con bastante exactitud qué pacientes requerirán un tratamiento y cuáles podrán ser seguidos en forma segura. Tanto la Sociedad Europea de Urología como la Sociedad Americana de Urología han protocolizado la forma de controlar a los pacientes que cumplan con los criterios de seguimiento activo. “Diagnosticar” ha dejado de ser sinónimo de “tratar”.
Todo tratamiento puede traer aparejada la aparición de otra enfermedad o una complicación. En el tratamiento del cáncer de próstata lo más temido es la pérdida involuntaria de orina y la incapacidad de tener actividad sexual en forma natural. Ambas complicaciones se deben a la situación anatómica de la glándula prostática, la cual se encuentra por debajo de la vejiga y en íntimo contacto con los nervios responsables de las erecciones. Esta crítica ubicación hace que la mayoría de los tratamientos tengan la potencialidad de ambas complicaciones. No obstante, muchos fueron los avances en los últimos años al respecto. Las terapias radiantes con mayor precisión junto con la cirugía de mínima invasión son sólo alguno de los nuevos tratamientos que posibilitaron disminuir considerablemente las complicaciones pudiendo preservar ambas funciones en la mayoría de los casos.
Pronóstico de la enfermedad
El cáncer de próstata puede ser curado cuando se encuentra confinado a la glándula prostática. De ahí la importancia de los controles periódicos con el especialista. Por otro lado, en los últimos diez años fuimos testigos de una vertiginosa revolución en el tratamiento de aquellos casos donde el tumor ya se encuentra fuera de la próstata. Nuevas drogas y nuevas estrategias de tratamiento han probado ser de excelente utilidad para este escenario, logrando aumentar considerablemente la sobrevida de estos pacientes.
Estamos comenzando una gran era en el tratamiento del cáncer de próstata de la mano de un mejor entendimiento de la historia natural de esta enfermedad. Hoy en día tenemos la capacidad de detectar en forma temprana a aquellos tumores potencialmente letales y diferenciarlos de los que no revisten gravedad. La disponibilidad de múltiples opciones terapéuticas nos permite crear un tratamiento personalizado a la medida de cada paciente con excelentes resultados.