Diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, entre otras condiciones, pueden afectar la vida sexual de los hombres al extremo de intervenir con las funciones del cuerpo necesarias para lograr o mantener una erección. Pero antes de determinar que existe una disfunción eréctil es necesario realizar pruebas físicas y también psicológicas. La situación puede deberse a problemas vasculares, neurológicos, hormonales, efectos secundarios de medicamentos, la relación con la pareja o asuntos personales incluyendo el estrés, entre otros.
Por eso, cuando ellos enfrentan dificultades para completar el acto sexual deben buscar ayuda profesional y determinar si enfrentan alguno de los escenarios mencionados o presentan condiciones físicas o mentales relacionadas al padecimiento.
“A veces la situación enmascara problemas más serios, incluyendo riesgo de infarto o derrame cerebral”, alerta el doctor Luis Ambert, urólogo.
De acuerdo a la Asociación Americana de Urología, la disfunción eréctil es la incapacidad para alcanzar y mantener una erección apropiada para tener un coito satisfactorio. Se estima que la condición afecta a entre 20 a 30 millones de hombres solamente en Estados Unidos y, de acuerdo a la página oficial de la asociación (www.auanet.org) hoy está claro que puede ser un “indicador silencioso” para el desarrollo de una enfermedad vascular.
Precisamente, debido a la cantidad de condiciones que pueden provocar el problema, el doctor Edward Fankhanel, psicólogo y sexólogo clínico, indica que ningún psicólogo debe comenzar un tratamiento para disfunción sin descartar antes que exista alguna condición médica.
“Sería ‘malpractice’ tratar al paciente por disfunción y lo que tenga sea un cáncer en la próstata. Todo profesional responsable tiene que exigir al paciente un examen completo con un urólogo o médico competente para descartar cualquier problema de salud”, indica Fankhanel.
De acuerdo a la definición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM5) la disfunción sexual se diagnostica cuando una o varias de las siguientes situaciones están presentes entre el 75 y el 100 por ciento de las veces: marcada dificultad para mantener una erección durante la actividad sexual, marcada dificultad para completar la actividad sexual y marcado deceso o disminución de la rigidez de la erección.
Lo anterior tiene que prolongarse durante al menos seis meses y causar un estado de malestar significativo a la persona implicada, no así a su pareja.
Si se descartan las enfermedades u otros problemas asociados, un psicólogo especializado en el tema de la sexualidad puede trabajar con el paciente para encontrar la causa de la disfunción. Una de las primeras consideraciones es determinar si se trata de una realidad adquirida o ha estado presente siempre. También es importante considerar la edad y la etapa de vida del hombre, pues hay cambios físicos y emocionales que pueden disminuir la frecuencia de la erección.
“La edad es importante. Una persona de 75 años no puede esperar tener la erección de una de 20”, sostiene el psicólogo.
Algunas causas psicológicas comúnes de la disfunción son los problemas en el matrimonio o el estrés por problemas como la pérdida de empleo o la situación económica. En ocasiones hay que examinar el pasado pues hay quienes durante su juventud tuvieron una experiencia sexual en un contexto de temor o vergüenza y a partir de esos eventos pudieron desarrollar problemas para tener o mantener la erección. En cualquier caso, la terapia psicológica suele tener muy buenos resultados, explica Fankhanel.
El último eslabón
Cuando el problema no es psicológico, el paciente debe recibir un tratamiento escalonado con un urólogo que puede incluir desde modificaciones al estilo de vida hasta medicamentos. La última alternativa de esa cadena de opciones es la cirugía, explica el doctor Ambert.
“Antes de llegar a la prótesis hay medicamentos por boca. Luego de eso, hay terapias mecánicas que incluyen un aditamento que se coloca en el pene y hace una succión para lograr la erección. También una inyección intracavernosa con un medicamento que se pone en las córporas del pene” indica el médico.
Los candidatos para prótesis suelen ser pacientes cuya condición de salud afectó de forma permanente las funciones del sistema circulatorio u otros mecanismos del cuerpo relacionados con la capacidad para tener una erección. Los hipertensos, por ejemplo, pueden sufrir daño en los vasos sanguíneos más pequeños y esto evita que llege suficiente irrigación al pene.
“También hay hombres que tienen que tomar medicamentos que interfieren con la erección, como los vasodilatadores, y si estos no pueden sustituirse por otros el paciente puede ser candidato a cirugía”, indica Ambert.
Entre los dos tipos de prótesis principales se encuentran:
Inflables – Consiste de un mecanismo que le ofrece al paciente la posibilidad de apretar una pequeña bomba adentro del escroto para llenar de agua salina un implante en forma de bolígrafo o lápiz adentro del pene. El pene se mantiene erecto para el acto sexual y cuando el paciente vuelve a apretar la bomba lo regresa a su estado flácido.
Maleable- Con esta prótesis, que consiste en un cilindro con capa de silicón, el pene mantiene siempre se mantiene rígido pero el paciente puede “esconderlo” doblándolo hacia abajo. Pacientes de edad avanzada o que por alguna razón tienen dificultad para utilizar sus manos se benefician más de este implante pues es extremadamente fácil de utilizar.
Estos tipos de prótesis llevan más de 20 años en el mercado pero su calidad y funcionalidad ha ido mejorando con los avances de ingeniería biomédica así es que de acuerdo a Ambert son altamente confiables.
La cirugía suele ser ambulatoria con riesgos mínimos de entre 1 a 4% de complicaciones que pueden incluir infecciones. Para evitarlas, el paciente debe seguir con rigor las indicaciones del médico. Estas incluyen no utilizar la prótesis durante seis semanas después de la cirugía. Tampoco deben exponerse a actividades que puedan provocar sudor excesivo. Luego del periodo de cuidado el paciente puede utilizar la prótesis con la frecuencia que deseee.
“Son los pacientes más complacidos y más agradecidos porque la sexualidad es una necesidad básica de todo ser humano. Muchos me dicen que han vuelto a la vida”, asegura Ambert.
Posibles causas
- Deterioro de funciones psicológicas, neurológicas, arteriales, hormonales o circulatorias.
- Estrés
- Problemas con la pareja
- Efecto secundarios de medicamentos
Fuente: elnuevodia.com