El cáncer y el agrandamiento de la próstata producen síntomas similares, por lo que es importante distinguir las diferencias.
Ya no tienes el mismo flujo de orina que antes. Ahora es más difícil comenzar la micción. Cuando por fin lo logras, es más bien un goteo que un flujo. Dado que ese flujo insuficiente no puede vaciar completamente la vejiga, terminas yendo al baño durante todo el día y en medio de la noche.
Si eres un hombre de cierta edad, quizá pienses de inmediato en la peor situación posible respecto a tus síntomas: el cáncer de próstata. Sin embargo, si bien el cáncer puede causar problemas urinarios, está lejos de ser la causa más probable.
“La gran mayoría de hombres que presentan esos síntomas no tienen cáncer de próstata”, explica el Dr. Todd Morgan, jefe de Oncología Urológica de Michigan Medicine. “Por lo general, son síntomas de hiperplasia prostática benigna”.
Cerca de la mitad de los hombres de entre 50 y 60 años, y hasta el 90% de los hombres de 80 o más, tienen un crecimiento benigno o agrandamiento de la próstata. La próstata aumenta de tamaño con la edad. Al agrandarse, esta glándula comprime y contrae la uretra, el conducto por el que pasa la orina para salir del organismo. La hiperplasia prostática benigna es más molesta que perjudicial, y es muy fácil de tratar.
El cáncer de próstata también es frecuente, ya que se calcula que afecta a uno de cada ocho hombres durante la vida. Sin embargo, los síntomas no suelen aparecer hasta una etapa avanzada de la enfermedad, cuando el cáncer ya se ha propagado.
Además de los síntomas urinarios, el cáncer de próstata en etapa avanzada puede causar dolor de huesos, adelgazamiento y dolor de espalda. “También en este caso se trata de síntomas bastante comunes que pueden ser difíciles de reconocer y que casi siempre corresponden a algo totalmente diferente”, señala Morgan.
5 primeras señales de advertencia
Algunos síntomas son indicativos de problemas de próstata, tanto benignos como malignos. Por precaución, informa a tu médico si tienes alguno de los siguientes problemas.
1. Problemas para orinar. Un flujo débil, problemas para iniciar la micción o una necesidad urgente de orinar (sobre todo por la noche) son señales de agrandamiento de la próstata como consecuencia de la hiperplasia prostática benigna o del cáncer.
2. Sangre en la orina. Este síntoma podría indicar una infección de las vías urinarias, pero vale la pena hacerse un examen.
3. El dolor o las molestias al orinar o al sentarte también pueden ser consecuencia de una infección, pero acude al médico para asegurarte. El dolor de espalda, pecho o caderas es un síntoma de un cáncer más avanzado que se ha diseminado a los huesos.
4. Disfunción eréctil. Si bien este problema afecta a algunos hombres de forma natural con el paso de los años, el cáncer de próstata también puede afectar la capacidad de lograr una erección.
5. Dolor al eyacular. Una cantidad de semen menor que la habitual durante la eyaculación y la presencia de sangre en el semen son otras señales de advertencia del cáncer de próstata.
Cómo descifrar tus síntomas
Nunca es una buena idea diagnosticarse uno mismo. Cuando tengas señales de advertencia que sugieran que tienes hiperplasia prostática benigna o cáncer, es conveniente acudir al médico de atención primaria o al urólogo. Además de confirmar que lo que tienes es benigno o indicarte un tratamiento si se trata de cáncer, el médico puede ofrecerte terapias para aliviar esos molestos síntomas urinarios y para que puedas volver a dormir.
El médico puede comenzar la evaluación con un examen del riesgo que corres de padecer cáncer de próstata. La edad es un factor importante. Solo 1 de cada 451 hombres reciben un diagnóstico antes de los 50 años. A los 70 años, las probabilidades aumentan a 1 de cada 12 hombres. Los antecedentes familiares —no solo de cáncer de próstata, sino también de cáncer de mama, ovarios, páncreas o colon— también aumentan el riesgo.
La raza también es importante. “En comparación con los hombres blancos no hispanos, los hombres afroamericanos corren un mayor riesgo de recibir un diagnóstico de cáncer de próstata, así como de un cáncer de próstata más grave y un mayor riesgo de muerte”, explica el Dr. Justin R. Gregg, profesor adjunto de Urología e investigador de disparidades médicas en el Centro Oncológico MD Anderson de Texas University.
El diagnóstico
La evaluación del cáncer de próstata incluye un análisis de sangre para determinar el nivel del antígeno prostático específico, o PSA. Si tienes entre 50 y 70 años, tal vez ya te hayan hecho uno o varios de estos análisis para determinan el nivel de una proteína que producen las células cancerosas de la próstata. El problema es que el tejido prostático normal también produce esta proteína, lo que puede arrojar resultados falsos positivos.
“No es un análisis perfecto”, indica Morgan. “Muchos hombres que tienen un PSA elevado no tienen cáncer de próstata”. Un resultado elevado de PSA podría llevar al médico a indicar una resonancia magnética o una biopsia para detectar un cáncer que no existe. Además, aunque estas pruebas detecten un cáncer de próstata, podría ser de crecimiento lento y nunca causar problemas ni necesitar tratamiento.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU. (en inglés) desaconseja los análisis de PSA en los hombres de 70 años o más. En el caso de los hombres de 55 a 69 años, el Grupo de Trabajo sugiere consultar los posibles perjuicios y beneficios con un proveedor de atención médica. “En algunos hombres, el análisis ofrece un pequeño y posible beneficio de reducir la posibilidad de muerte por cáncer de próstata”, escribieron en su recomendación del 2018, y añadieron que los resultados falsos positivos pueden dar lugar a “otras pruebas y una posible biopsia de próstata, al diagnóstico y tratamiento excesivos, y a complicaciones del tratamiento, como incontinencia y disfunción eréctil”.
No obstante, el análisis del nivel de PSA tiene sus beneficios. “Si detectamos un cáncer de próstata que no se ha diseminado, pero que tiene posibilidades de ser perjudicial en el futuro, podemos recomendar tratamientos para una posible remisión del cáncer”, explica Gregg.
Incluir un tacto rectal puede ayudar al médico a concretar el diagnóstico. “Es más probable que el agrandamiento de la próstata se deba a la hiperplasia prostática benigna que al cáncer de próstata”, indica Morgan. “Esto se debe a que la hiperplasia prostática benigna también produce un aumento del PSA”. Una masa firme le indicará al médico que se trata de un cáncer, incluso si tienes un nivel bajo de PSA.
Cuando existe una clara sospecha de cáncer de próstata después de un tacto rectal y un análisis de PSA, se suele indicar una resonancia magnética, que permite identificar las zonas dudosas. Si aparece algo sospechoso en la resonancia, una biopsia puede confirmar el diagnóstico.
¿Debes o no debes tratarte?
Esa es la gran pregunta, y la respuesta depende de los resultados de tu puntuación en la escala de Gleason. Esta escala, que va de 6 a 10, clasifica el cáncer en función del aspecto de las células en comparación con las células prostáticas normales. “El cáncer de 6 puntos en la escala Gleason, que es muy común, es el tipo de cáncer de próstata de menor riesgo”, afirma Morgan. “Es básicamente imposible que se extienda fuera de la próstata”.
Tratar un cáncer de escasa malignidad que probablemente no se propague podría exponerte innecesariamente a los riesgos de la intervención quirúrgica y la radiación. En cambio, el médico puede recomendar un control continuo.
“Por lo general, consiste en una visita al urólogo cada seis meses aproximadamente, en la que se hace un análisis del nivel de PSA en sangre, se efectúan tactos rectales y tal vez se indiquen resonancias magnéticas y otros estudios para controlar el cáncer de próstata”, explica Gregg. También te harán biopsias de vez en cuando a fin de asegurar que las células cancerosas no evolucionen ni se extiendan con rapidez; de ser así, el médico cambiará el tratamiento por una prostatectomía o radioterapia.
Para los hombres mayores, puede ser suficiente un control preventivo en vez de un control continuo. Si bien los términos parecen similares, el planteamiento es un poco diferente. El control preventivo es una estrategia más flexible que incluye un análisis anual de PSA, pero no mucho más. “Es un término que se aplica a los pacientes de edad avanzada, cuando es realmente poco probable que se recomiende una intervención quirúrgica o radiación”, explica Morgan. “Si alguien tiene una expectativa de vida de menos de diez años, es probable que no necesite tratamiento aunque el cáncer evolucione”.
No te bases en los síntomas
Si tienes entre 50 y 70 años, deberías estar atento al cáncer de próstata. Consulta con el médico sobre tu nivel de riesgo y si debes hacerte un análisis del nivel de PSA.
Dado que los síntomas no suelen aparecer hasta que el cáncer se ha diseminado y es más difícil de tratar, el análisis del nivel de PSA puede resultar muy útil. “Nos permite detectar el cáncer muchos años antes de lo que tardaríamos de otro modo”, señala Morgan.
Fuente: AARP