El hidrocele “proviene del griego hydros (agua) y kele (masa). Es una acumulación de líquido anormal en la túnica vaginal, una especie de bolsa que rodea y envuelve el testículo”.
Como apuntan especialistas en España, “es un proceso benigno que se desarrolla en la bolsa escrotal entorno al testículo”.
Los hidroceles pueden aparecer en un solo lado o en ambos. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), este problema “ocurre con frecuencia antes de cumplir el primer año de edad. Durante el primer año de vida puede resolverse espontáneamente, pero si esto no ocurre, será a partir de entonces cuando precise seguimiento por parte del pediatra o del cirujano”.
Es importante saber que también puede ocurrir en niños mayores y adolescentes, “aunque en estas edades es más rara su resolución espontánea, por lo que en la mayoría de los casos precisará tratamiento quirúrgico”, según los expertos de la AEP.
En cuanto a la prevalencia, “se estima que aproximadamente 1/1000 hombres que acuden a la consulta presentan hidrocele”, apunta Romero-Otero.
Causas
Durante el primer tercio del embarazo, “el testículo migra desde el abdomen y la región lumbar, a través del canal inguinal, hacia el escroto. Esto implica que se produzca una extensión del peritoneo: el conducto peritoneo-vaginal (processus vaginalis)”, explica Romero-Otero.
Por lo general, este conducto se cierra durante el primer año de vida, generando en el escroto la cavidad vaginal. “Esta es una cavidad virtual realmente, ya que en condiciones fisiológicas no presenta apenas líquido entre la capa externa e interna”.
En los recién nacidos, a veces, “el líquido permanece una vez que se cierra el saco (hidrocele no comunicante). Este líquido generalmente se absorbe de forma gradual durante los primeros meses de vida, sin embargo, algunas veces, el saco queda abierto (hidrocele comunicante), pudiendo asociar también hernia inguinal”.
En el adulto, un hidrocele es “una acumulación de secreción excesiva de la mucosa vaginal que puede ser secundaria a una lesión o una inflamación dentro del escroto”, tal y como apunta . La inflamación puede deberse a una infección en el testículo o en sus estructuras adyacentes (epidídimo o cordón espermático).
Como señala Román, “en muchos casos de los adultos no se reconoce causa. En otros puede haber antecedentes de traumatismos, empleo de prensa abdominal, infecciones testiculares o cirugías previas”.
Síntomas
No suele producir síntomas a no ser que sea de gran volumen. En este caso, según Alonso Román, los síntomas incluyen:
- Hinchazón indolora de uno o ambos testículos.
- Molestias debidas al peso del escroto.
- Hinchazón o irritación de la piel del escroto. Escroto a tensión.
En ocasiones, «puede aumentar de tamaño a lo largo del día. A veces no se puede palpar el testículo debido al importante volumen del líquido que lo rodea, en ocasiones a tensión».
Prevención
El hidrocele no se puede prevenir en el caso del recién nacido «al tratarse de una alteración en el desarrollo anatómico», apunta Alonso Roman. Por eso «es importante visitar al pediatra y al urólogo para seguir evolución».
En adultos «se puede prevenir o evitar de manera parcial, evitando actividades que favorezcan microtraumatismos testiculares».
Para los hombres adolescentes y adultos, «la mejor protección contra un hidrocele es mantener los testículos y el escroto libres de lesiones«, apunta Romero-Otero. Por ejemplo, «usando adecuadas protecciones y ropa interior ajustada, si participa en deportes de contacto o trabaja en actividades que conlleven riesgo de contusión».
Por lo general, según apunta Romero-Otero, el hidrocele, una vez que está establecido, «no suele desaparecer a no ser que sea secundario a una inflamación y aparezca de manera simultánea, en cuyo caso este hidrocele se considera reactivo y puede disminuir o desaparecer cuando cede la inflamación».
Tipos
Según la Asociación Española de Pediatría, existen dos tipos de hidrocele:
- El hidrocele congénito se produce por el paso de líquido desde el interior del abdomen hacia el escroto a través de una pequeña comunicación, que no se ha cerrado completamente durante el desarrollo del feto. Este tipo es el más frecuente y se denomina hidrocele comunicante. Dentro de este tipo, también se encuentra el hidrocele no comunicante, que ocurre cuando cuando la comunicación entre el abdomen y el escroto se cierra completamente, pero queda líquido atrapado en su interior. Si este líquido queda retenido en la región inguinal (en lugar de en el escroto), recibe el nombre de quiste de cordón.
- El hidrocele adquirido, que se manifiesta normalmente durante la adolescencia, se origina por exceso de producción de líquido o por falta de reabsorción del mismo, por parte de las cubiertas que rodean al testículo. Es también un hidrocele no comunicante.
Diagnóstico
Generalmente «el diagnóstico se establece mediante un examen del escroto, que podría parecer agrandado, normalmente indoloro y suele tener una consistencia elástica», tal y como explica el experto del HM Montepríncipe. Como parte del examen, «se puede alumbrar detrás de cada testículo (transiluminación) con una luz».
Esto se realiza para detectar masas sólidas que pueden ser causadas por otros problemas, como cáncer de testículo». Sin embargo, «debido a los avances técnicos y a las grandes ventajas que ofrece la ecografía, esta se ha establecido como herramienta diagnóstica principal. Mediante el examen con ultrasonidos podemos, diagnosticar el hidrocele, cuantificarlo con precisión, además de descartar complicaciones y lesiones en el testículo y sus estructuras adyacentes».
Tratamientos
Un hidrocele no comunicante «normalmente se resuelve espontáneamente antes de que el niño cumpla un año», apunta Alonso Román.
La resolución ocurre cuando el líquido es reabsorbido desde la bolsa escrotal. «Un hidrocele que persiste más allá de 12 y 18 meses suele ser un hidrocele comunicante que, en la mayoría de los casos, requiere una reparación quirúrgica para prevenir el desarrollo de una hernia inguinal».
En el caso de hidroceles adquiridos, propios de la edad adulta, «desaparecen cuando se resuelve la afección subyacente primaria».
La cirugía es el tratamiento de elección para el hidrocele, y se justifica cuando el hidrocele se vuelve complicado o sintomático.
Hay dos enfoques quirúrgicos comunes disponibles para la hidrocelectomía:
- Plicatura: esta técnica es adecuada para hidroceles de paredes delgadas. Como hay una disección mínima, el riesgo de hematocele o infección se reduce significativamente.
- Escisión y eversión: esta técnica es adecuada para hidroceles grandes de paredes gruesas. Implica la escisión subtotal de la túnica vaginal y la eversión del saco detrás de los testículos.
La aspiración del contenido líquido, podría ser otro método muy tentativo para tratar el hidrocele, particularmente en pacientes que no pueden tolerar la cirugía. Sin embargo, no es una solución definitiva ya que el líquido casi siempre se vuelve a acumular y el hidrocele vuelve a aparecer. Existe además un riesgo alto de provocar hematocele (sangre acumulada en la bolsa escrotal) o infección empeorando la situación inicial.
Siempre que la persona afecta sienta o palpe un aumento de tamaño del testículo es importante acudir al urólogo. «La autoexploración es mandatoria para el hallazgo temprano de lesiones testiculares, sabiendo que alguna de ellas puede ser seria».
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