La relación entre lo que comemos y la forma como esto afecta nuestra capacidad para crear vida ha sido base de leyendas, religiones y medicinas durante miles de años.
Pero, ¿pueden realmente los alimentos mejorar nuestra fertilidad?
A través de la historia la abundancia de comida ha sido asociada a la creación de vida.
Después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, hubo una explosión de nacimientos en Europa. En algunos países, como Inglaterra, las tasas se incrementaron más de 30% en sólo dos años.
Podría decirse que una de las razones de este incremento es que en la posguerra también hubo un auge en los matrimonios.
Pero muchos de los incrementos en el tamaño de las poblaciones a lo largo de la historia se han explicado por los cambios en la cantidad -y el tipo- de alimentos disponibles.
Un ejemplo es la transición demográfica del Neolítico, que comenzó hace 10.000 años.
«El maíz comenzó a tener importancia en las dietas alrededor del año 300 a.C. y las tasas de nacimientos comenzaron a aumentar cuando el maíz se volvió más disponible», afirma Tim Kohler, profesor de antropología de la Universidad del Estado de Washington, en EE.UU.
«Las cantidades más grandes carbohidratos en la dieta resultan en una mejora en el balance energético de las mujeres, y probablemente por eso pueden ovular con más frecuencia, de manera que las tasas de nacimiento aumentan en esas circunstancias».
Pero cuando los alimentos son abundantes, ¿hay otros factores en juego, como el tipo -más que la cantidad- de comida que elegimos?
Según el profesor Jorge Chavarro, de las escuelas de Salud Pública y de Medicina de la Universidad de Harvard, en EE.UU., los expertos en infertilidad han comenzado a considerar a las dietas como un factor que contribuye a la concepción.
«Fue una idea difícil de vender a los especialistas, pero a medida que se acumuló la evidencia más personas están aceptando que la dieta y el estilo de vida son bastante importantes», le dijo el doctor Chavarro a la BBC.
Afirma que las tasas de éxito en los tratamientos de fertilidad han permanecido estables durante la última década a pesar de los avances en la tecnología.
Y dice que no espera que ocurra una mejora drástica en un futuro cercano.
«Muchos, incluidas las compañías farmacéuticas, están interesados en identificar otras formas de mejorar las tasas de éxito, así que hay un gran interés en los factores modificables como la dieta».
Frijoles, testículos y jarabe
Los factores modificables -lo que una persona puede hacer para mejorar su fertilidad- han sido durante mucho tiempo tema de especulación y más recientemente un asunto de controversia entre los expertos médicos.
En el antiguo Egipto se pensaba que el dios de la fertilidad, Min, tenía el poder de ayudar a los hombres a procrear y un objeto para su adoración era la lechuga, que se creía tenía propiedades afrodisíacas.
Los higos están asociados con el dios griego Dionisio y el romano Juno.
Y libros de recetas de hace 300 años recomiendan todo tipo de alimentos, desde testículos de venado, hasta manzanas y berenjenas.
«Algo que surge muy a menudo es el ‘cardo de mar’, un jarabe hecho con la raíz de una planta que crece en los mares y que las mujeres deben tomar en la mañana en ayunas», dice Jennifer Evans, historiadora de la Universidad de Hertfordshire, en Inglaterra.
Y hace siglos también se usaba tostar y moler el útero de una liebre o de conejo, los cuales se piensa son muy fértiles.
«Los frijoles se mencionan una y otra vez en estos libros. Igual que las pastinacas y las nueces», dice Evans.
Estilos de vida
Hoy es casi un cliché que la dieta, el ejercicio y el estilo de vida afectan cuánto viviremos y qué enfermedades tendremos.
Pero hay muy pocos datos científicos sobre el impacto de nuestras dietas en la fertilidad, dice el doctor Chavarro.
«Nos llevamos muchas cosas a la boca que pueden tener una amplia gama de efectos. En algunos casos podemos identificar asociaciones específicas entre factores de dieta y fertilidad pero no necesariamente entendemos la biología subyacente», dice.
El experto afirma que los ensayos aleatorios han mostrado que la soya o los suplementos de soya mejoran las tasas de nacimiento entre las mujeres que se someten a tratamientos de infertilidad.
En cuanto al coco, higos, batata, nueves y todo lo demás: «En su mayoría, todos son un mito, no hay evidencia científica».
Lo que sí hay es un indicio de que una dieta sana puede ciertamente ayudar.
«Hay que favorecer los carbohidratos de bajo índice glucémico, o lo productos bajos en carbohidratos como granos enteros, pescado y fuentes vegetales de proteína, como soya. Y mantener un peso de niveles normales antes de embarazarse», afirma el experto.
Y ¿hay algo que podamos comer para volvernos menos fértiles? Algunos afirman que varias sustancias pueden hacerlo, principalmente las que contienen hormonas o simulan su acción.
¿Cómo llegan estos productos a la cadena alimenticia?
Por supuesto hay hormonas que surgen de forma natural en animales, pero otras son agregadas para ayudar a la reproducción o crecimiento y en ocasiones pueden encontrarse rastros de éstas en la carne y la leche.
Sin embargo todavía hay mucho debate sobre lo que ocurre cuando las consumimos.
«No hay evidencia real de que esas hormonas estén afectando de forma adversa la fertilidad en humanos», dice Richard Lea, biólogo de la Universidad de Nottingham, en Inglaterra, que se especializa en investigación hormonal.
Pero la posibilidad de que puedan ser dañinas para la reproducción ha llevado a promover cambios en la política en algunos países y ahora será necesario llevar a cabo más investigaciones al respecto.
Fuente: bbc.com